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martes, 13 de febrero de 2018

PORTAVOCES, PORTAVOZAS, GILIPOLLOS Y GILIPOLLAS.


En primer lugar, quiero avisar que este artículo puede herir la sensibilidad de muchas personas, si es usted una persona sensible a los asuntos relativos al género, deje de leer inmediatamente.
Una vez hecha las advertencias iniciales, he de decir que el idioma es un ente vivo y como tal, sujeto a cambios, tanto en la aparición de nuevas palabras así como en el desuso de otras. Todo esto viene al caso de las declaraciones de la Portavoz de Unidos Podemos, utilizando el término “Portavoza” en una rueda de prensa hace unos días, con la intención de visibilizar el papel de la mujer en ese puesto, aludiendo a que tenemos un lenguaje machista. Irene Montero puede estar en lo cierto, pero no somos una sociedad machista porque tengamos un lenguaje machista, tenemos un lenguaje machista porque somos una sociedad machista y para que el lenguaje cambie, primero tiene que cambiar la sociedad que lo usa, no al revés.


Valga como ejemplo el término “médica”, en los años noventa fue aceptado por la RAE e incluido en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, debido que su uso estaba bastante generalizado, y se había generalizado por la inclusión de mujeres que ejercían la medicina, un oficio que tradicionalmente había estado ocupado por los hombres, es decir, primero las mujeres ocuparon el espacio y después se aceptó el término.
Irene Montero, ha tachado a la Real Academia de la Lengua de Conservadora, en mi opinión, creo que es una de las pocas instituciones que deben ser conservadoras. Su obligación es velar por el buen uso del idioma, y por lo tanto conservarlo, de no ser así ya habría aceptado el término “haiga” como correcto, que por cierto, está mucho más generalizado que el de “portavoza”, lamentablemente.
Analizar el papel que la mujer ha tenido en la sociedad, requeriría una extensión muy amplia y no es mi intención aburrir a los lectores y a las lectoras, baste decir que las teorías que son más aceptadas en la actualidad, recurren a la exposición de la mujer en el ámbito de lo público y su concentración en el plano privado. Considero que aunque aún queda mucho por andar es un camino que vamos caminando juntos (y juntas) hacia la igualdad plena.
El inicio del debate “léxico” provocado por Irene Montero ha servido para que los medios de comunicación hayan centrado sus reportajes en él, y dudo que haya provocado un avance en la lucha feminista, es más, este tipo de espectáculo que se mantiene al margen del conflicto real, como puede ser la falta de mujeres en altos cargos directivos, entre otros, ha servido para que los medios hayan pasado de soslayo por noticias más relevantes como que Correa implique directamente al presidente del Gobierno en la trama Gürtel, que Esperanza Aguirre esté a punto de ser imputada por el trama Púnica o que Rajoy haga propaganda de los planes de pensiones privados de los bancos.
La derecha mediática ha aplaudido fervorosamente la ocurrencia de la Portavoz de Unidos Podemos para tapar casos de extrema gravedad como los anteriormente nombrados.
Mientras tanto la reforma laboral implantada por el PP está haciendo estragos en los trabajadores y trabajadoras de este país, la precarización de los puestos de trabajo ya no aseguran el sustento de una familia, la LOMCE ha deshecho un sistema educativo, los desahucios se siguen ejecutando  y los bancos siguen campando, como corsarios, a sus anchas. Algo que nos afecta a todos y a todas.
Mientras nos sigamos manteniendo en el margen del conflicto, generando debates insustanciales, nos seguirán tomando por gilipollos.
Salud.

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